El karate a menudo se describe como una forma brutal de arte marcial. Sin embargo, su reputación violenta no debería disuadirlo de involucrarse en él. El kárate puede ser un deporte de contacto, pero requiere gran habilidad y agilidad. El karate de competición se centra en el equilibrio, la gracia y la autodisciplina, en lugar de dar puñetazos y patadas.
El kárate es una de las artes marciales japonesas que se practican sin armas y con las manos desnudas, y forma parte del Budō, que abarcaba también otras disciplinas particulares, tales como el Aikido, Judo, Jujutsu, Kyūdō, Sumo, etc., y su secreto sólo puede ser captado a través de una práctica regular y cotidiana. En el kárate se utilizan todas las partes del cuerpo para defenderse y atacar, no tiene relación alguna con el judo, ya que este último es un verdadero deporte de competición en el cual las proyecciones constituyen el 90% de la práctica y está estrictamente prohibido golpear.
Muy distinto es, en cambio, el kárate, en el cual los golpes forman el 95% de las técnicas básicas y donde todo está permitido y se utilizan brazos, piernas y cabeza para aturdir o derribar al adversario. Hay una sola condición que impera sobre todas las demás: la de no golpear realmente para causar daño, sino para demostrar que la victoria es indudable.
Se trata del arte de defensa y ataque en todas las circunstancias, y cabe afirmar que, actualmente, el kárate es la técnica más difundida, tanto como medio de defensa personal como de ataque. Existen en él formas dinámicas llamadas KATAS, y éstas comprenden todos los movimientos fundamentales para aprender este arte.
El espíritu del combate es innato en el hombre, pero el kárate permite entrenarse dentro del “dojo” sin peligro, y al propio tiempo franquea para quien lo practica el camino de la unión entre cuerpo y espíritu. El adiestramiento en el kárate es un recreo para el cuerpo y la mente, pues consta de una cultura física completa y de particular exactitud. El cuerpo se desarrolla y al propio tiempo adquiere fuerza y agilidad, ello sin contar los beneficios para la salud.
No hay limitaciones con respecto al lugar donde ejercitarlo, ya que puede ser practicado en casa, en el gimnasio, en el bosque, en la playa y prácticamente en cualquier parte. Es indiscutible que el kárate procura unos reflejos de increíble rapidez. Además, a través de un entrenamiento severo y regular, estimula las facultades intelectuales y crea un espíritu pronto e intuitivo, capaz de respuestas fulminantes mediante una acción inmediata y una lógica esencialmente práctica. Incluso cabe adquirir la facultad de escrutar los pensamientos del adversario.